Soy el padre de Gustavo Jiménez. He decidido opinar sobre esta terrible situación que estamos viviendo en mi familia. Desde el comienzo de este desgraciado accidente, he visto que su diario se ha convertido en una tribuna para que se condene a mi hijo sin ningún derecho a defensa. De todos modos, ya se ha conseguido que la sociedad lo considere culpable sin atenuante alguno. Ese prestigioso medio tiene muchos periodistas con verdadero talento, y lo que me llama la atención es que nunca hubo nadie que plantee, ni remotamente, la posibilidad de que fuera un accidente, terrible y desgraciado, pero un accidente al fin. Usted sabe que muchas de las cosas que se dicen son terribles mentiras que no las pudieron probar, pero que caen bien en la opinión pública. Le aseguro que nunca he hablado a la Justicia para tratar de influir, sólo he contratado servicios profesionales que hacen su trabajo, confiado en que la verdad saldría a la superficie rápidamente. Lamentablemente, y como consecuencia de que en el expediente judicial las cosas son de otra manera, la contraparte ha decidido mediatizar el tema. Nunca hubo un análisis desprovisto de las pasiones sobre este tema. Usted mismo puede comprobar que desde hace 10 días es un tema de tapa permanente, como si se enfrentaran a una persona frente a la que el peor de los criminales quedaría hecho un estudiante travieso. La destrucción de mi familia es tan grande que hasta gente que uno creía "amigos", nos aconsejan no salir a la calle por miedo a los escraches. Mi hijo sufre el escarnio por el solo hecho de que soy un funcionario. Pareciera ser que los gobiernos deben tener funcionarios sin ninguna historia o familia, porque en caso contrario se sufren las consecuencias. Quiero que sepa que una de las personas fallecidas ha sido mi compañera de cátedra por más de 20 años, y que todas las noches me acuesto con dos muertos en mi pensamiento. Es lo mismo que me pasa cuando me levanto. Por eso les he pedido a mis abogados que no hagan nada que ponga en duda la calidad de persona de mi compañera, que desde todo punto de vista es excepcional. De nada valió el haber tratado de llevar una vida basada en convicciones y tratando de hacer lo mejor que se pueda de las funciones que me tocó desempeñar. Todo se ha perdido, ahora ni a la calle podrán salir los miembros de mi familia sin el temor de sufrir terribles escarnios. Siempre he sido un ferviente defensor de la libertad de prensa y de la información disponible para todos. Por eso después de que ocurriera este lamentable accidente he decidido guardar silencio, cosa que voy a seguir haciendo. Yo sé como se manejan estas cosas, y sé que ya he perdido todo por la acción mediática. Mis abogados me informan que a pesar de que el expediente le da la razón a mi hijo, no va a haber ningún juez que se juegue por la juridicidad por miedo a lo mediático del asunto (un conocido que conoce como nadie los tribunales, como nadie, me dijo "¿vos crees que a alguien le importa la verdad? Todos lo van a patear al asunto para sacárselo de encima porque es una brasa caliente"). Frente a eso siempre le digo a mi familia cuando me preguntan constantemente ¿qué hacer? Solamente esperar. Esperar que todo cambie. Pero con una esperanza que no sea un mero aguardar. Esperar con una esperanza lúcida, positiva, creativa; con una esperanza que ayude a superar las depresiones más profundas del espíritu. De nada sirve vivir inmerso en un odio permanente esperando el momento de venganza que procure el desquite por los daños recibidos. Tampoco sirve doblar la espalda buscando la simpatía de terceros porque viviríamos una vida sometida a la burla y a la soberbia de los demás, para perderla, al fin, con la dignidad hecha trizas. No pido nada, si ya lo he perdido todo en este desgraciado y triste asunto. Pero también quiero que sepa que no me rindo ni voy a salir huyendo. Sé que a los problemas hay que solucionarlos y no evitarlos. Sólo he querido hacerle llegar estas reflexiones de un padre atormentado por el sesgo de la mediatización del asunto, y que no tengo ninguna posibilidad de hacer nada, porque cualquier cosa que haga va a ser usada en mi contra. Sólo le hice llegar algunas reflexiones sobre este asunto, en donde puede haber otro punto de vista. Saludos. Jorge Jiménez.
Carta al director del ministro Jorge Jiménez
Rompió el silencio. Ayer, el ministro de Economía, Jorge Jiménez, decidió hacer pública su postura sobre el polémico caso Marchese. El funcionario redactó una carta al director en la que se refiere al accidente que protagonizó su hijo Gustavo Jiménez y en el que murieron Silvia Jantzon de Marchese y Domingo Marchese, en diciembre de 2006. El texto completo se publica a continuación: